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Cangrejito

Pastel de Cesantia

PASTEL DE CESANTÍA
por Pablo Huneeus

(Guiso para un millón de porciones)

Ingredientes:
– Una juventud ansiosa de encontrar trabajo decente.
– Un lindo país, rico en minerales y con excelente tierra agrícola.
– Millones de personas cultas, buena onda y educadas.
– Una dosis de capacidad empresarial.
– Kilos de excelente mano de obra.
– Tres hatos de burócratas y políticos.

Preparación:
Remoje el pueblo en abundante alcohol, cerveza, vino, piscola, lo que sea con tal de venderle por tres monedas un instante de euforia y desinhibición. Espolvoree una pizca de droga para los que siguen de largo.

Añada tres cucharadas de exclusión y cuatro tazas de desigualdad hasta lograr que los grumos de menor educación crezcan a mayor ritmo que los estratos altos y medios.

Parta en pedazos el mayor empleador de todos los tiempos: la agricultura. Para eso aplique bajas de aranceles, tratados de libre comercio e importaciones de excedentes agrícolas subsidiados.

Con trigo, arroz, carne, leche y papas importadas, pase por el cedazo de la ruina a la familia agrícola del sur de Chile. Sin medianos propietarios Ud. evitará que la gente mayor, los discapacitados y los jóvenes marginados de la educación tengan trabajo productivo en las cosechas.

Pásele el uslero a la infraestructura de zonas rurales –escuelas, transporte, ferrocarriles, caminos vecinales, electricidad, agua potable, correo, etc.– hasta hacer imposible vivir bien en el campo. Luego tome a toda esa gente desmoralizada e instálela en la gran ciudad en mediaguas con televisor.

Por si llegan a encontrar empleo en la urbe, fría en una olla a la pequeña y mediana empresa. Mezcle lo anterior con créditos usurarios, imposiciones leoninas, regulaciones municipales, inspectores venales y cuanta traba burocrática tenga a mano. Añada un quinto de impuesto al valor agregado (IVA).

Luego, cocine a fuego lento la mezcla resultante mientras prepara el agregado de concentración económica. Para lograr un sabor profundo de este aderezo, revuelva con un cucharón de palo al sector financiero, eche a freír altos intereses y traiga a Sherezade en su alfombra mágica de inversión extranjera, aún a costa de reventar la sobresaturada oferta nacional.

Siempre en la línea de concentrar el poder económico, quítele la sal y el agua a la Comisión Antimonopolios, implante sobresueldos a la cúpula política de gobierno, rebane su tajada de la concesiones y estruje en un paño de lágrimas Inverlink a la Corporación de Fomento del Producción (CORFO).

En cuanto a los demás recursos de crédito, tome 120 millones dólares del BancoEstado y entrégueselos en bandeja a Luksic para que fusione los bancos Chile y Edwards. Otros miles de empleos menos.

Seguidamente, haga un batido de inmigrantes peruanos entrados con visa de turista y espárzalo al fondo de la fuente. A efectos de hacer que la mujer, la comadre y los niños salgan a buscar trabajo, mantenga al mínimo el salario del jefe de hogar.

Si todavía quedan pegas por ahí, piense en el Celeste Imperio. Ellos necesitan darle empleo a su hambreado pueblo, así que haga un arrollado Wan Tan con la industria textil, un chapsui con la del cuero y del calzado y un arroz Chaufán con la pesca artesanal. China proveerá de todo.

De todo, menos burocracia, así que gaste la plata que falta para salud y educación en diplomáticos inútiles, asesores por miles y limusinas.

Con la espumadera haga un batido de estadísticas chuecas que alcance a cubrir una cabeza de avestruz. Si esta melcocha expide un cierto olor a podrido, ponga unos terrones de azúcar a derretir sobre la plancha: propaganda, escándalos, cuestiones limítrofes. La cortina de humo que salga hará creer que el rendimiento de la economía se mide en PNB o IPC y no en su razón de ser que es generar empleo digno.

Ponga toda esta melcocha al horno medio por una hora y tendrá un rico pastel de cesantía para un millón de amigos.

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